miércoles, 29 de noviembre de 2017

Regalar en Navidad


domingo, 5 de noviembre de 2017



Brújula para tiempos de incertidumbre.


     Los primeros días de noviembre el hermano, el entendimiento, y la hermana, la voluntad, dejan a su hermana, la memoria, el protagonismo en el actuar del ser humano. Así lo manda la tradición y la tradición es constitutiva de la vida de los humanos. Sin tradición los humanos estaríamos al albur de lo novedoso sin con-sistencia. Es decir, existimos con.

     La memoria, en estos días, pone en acto el recuerdo. Re-cordar, en el rico idioma español, es traer al corazón. Las fotografías de nuestros queridos seres ya desaparecidos, el recuerdo de tantos acontecimientos vividos con ellos, sus consejos, sus frases preferidas, su humor e incluso algún desencuentro acaecido con ellos, vienen a nuestra memoria. De esto último nos reprochamos: tanto genio, ¡para qué?
Y aparece algo tan olvidado como la eternidad: “Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna”.

     Si seguimos en la meditación de estos días con estos prenotandos que hemos comentado, esa meditación no puede menos que abrirnos a la trascendencia. La trascendencia es una palabra compuesta del prefijo trans y del verbo scandere, “trascendencia” evoca un doble movimiento de travesía y de ascensión. 
     Nuestra meditación, sin dejar de pisar el suelo, hecha con humildad y fe, nos pone delante de una Presencia intuida en el más allá, difuminada en las oscuridades de nuestro mundo y vivida, ¡ojalá! En el centro de nuestro yo, al ladito de nuestra conciencia. En el hondón del alma, en lo interior, en lo muy interior.

      A las benditas almas de nuestros seres queridos nos encomendamos para que hoy y mañana nos ayuden a estar presentes ante la Presencia.

Todos los Santos y fieles


Brújula para tiempos de incertidumbre 

     Los primeros días de noviembre el hermano, el entendimiento, y la hermana, la voluntad, dejan a su hermana, la memoria, el protagonismo en el actuar del ser humano. Así lo manda la tradición y la tradición es constitutiva de la vida de los humanos. Sin tradición los humanos estaríamos al albur de lo novedoso sin con-sistencia. Es decir, existimos con.

     La memoria, en estos días, pone en acto el recuerdo. Re-cordar, en el rico idioma español, es traer al corazón. Las fotografías de nuestros queridos seres ya desaparecidos, el recuerdo de tantos acontecimientos vividos con ellos, sus consejos, sus frases preferidas, su humor e incluso algún desencuentro acaecido con ellos, vienen a nuestra memoria. De esto último nos reprochamos: tanto genio, ¡para qué?
Y aparece algo tan olvidado como la eternidad: “Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna”.

     Si seguimos en la meditación de estos días con estos prenotandos que hemos comentado, esa meditación no puede menos que abrirnos a la trascendencia. La trascendencia es una palabra compuesta del prefijo trans y del verbo scandere, “trascendencia” evoca un doble movimiento de travesía y de ascensión. 
     Nuestra meditación, sin dejar de pisar el suelo, hecha con humildad y fe, nos pone delante de una Presencia intuida en el más allá, difuminada en las oscuridades de nuestro mundo y vivida, ¡ojalá! En el centro de nuestro yo, al ladito de nuestra conciencia. En el hondón del alma, en lo interior, en lo muy interior.

      A las benditas almas de nuestros seres queridos nos encomendamos para que hoy y mañana nos ayuden a estar presentes ante la Presencia.